Misceláneo

Reseña abril 2025

Ubicado fuera del circuito habitual, Misceláneo irrumpe como un bar y restaurante divergente, instalado en el zócalo del Edificio Tánica del proyecto Trans Oceánica —premiado por su arquitectura y certificaciones ecológicas—, en el corazón empresarial y residencial de Santa María de Manquehue.

La propuesta estética está resuelta con acento moderno, interiorismo sobrio y atmósfera acogedora. Un espacio de líneas limpias que cautiva a primera vista. Su amplio salón interior y barra protagónica configuran un destino sibarita inédito para una zona históricamente carente de alternativas con ambición.

La cocina, a cargo de la chef Constanza Roa, todavía en sus primeras etapas, ya da señales claras de dirección. Se trata de una gastronomía de autor, que trabaja con productos chilenos y se articula bajo una mirada contemporánea y respetuosa, sin caer en las imposturas de la vanguardia. Lo probado en nuestra visita inicial fue certero y bien ejecutado, con platos diseñados para compartir, en una lógica de cocina chilena fusión que devela, con elegancia y sin grandilocuencias, un rescate del patrimonio culinario y etnológico del país.

La operación en cocina transmite eficiencia y oficio: platos resueltos, sabores reconocibles, presentaciones pulcras y un trasfondo conceptual que se percibe pero no abruma.

La coctelería promete ser un eje relevante del proyecto, con una barra protagonista que augura un desarrollo interesante a manos de la bartender  Camila Aguirre y la sommelier Rocío Alvarado. En cuanto al vino, la carta ya exhibe una selección curada con criterio, privilegiando etiquetas con carácter.

Misceláneo se instala así como un destino gastronómico cautivador, con precios amables, una propuesta con identidad y suficiente fuerza como para conquistar a los vecinos —huérfanos de oferta sofisticada— y atraer a comensales desde barrios aledaños. Un espacio que, si mantiene el rumbo, puede convertirse en un enclave de referencia.

TXT: Alejandro Mery L. / abril 2025